Cuando las empresas son constituidas en el territorio en el que vivimos, donde criamos a nuestros hijos, donde crecimos y están nuestros vínculos, nos aferramos al suelo. Las raíces están ahí y las pymes somos parte activa del entramado social.

Vivir y trabajar en nuestro territorio nos permite conocer las problemáticas locales, siendo parte de la singularidad que nos diferencia de las empresas de otra región. Es ese compromiso con el territorio genera el arraigo y la solidez que conforman el adn pyme; de esa manera, la capilaridad territorial se convierte en uno de los valores pyme, estando presentes en cada rincón del país, en cada esquina, en cada calle del Google Maps, incluso en aquellas que no tienen nombre pero sí identidad.

Lo maravilloso de este sector es la convivencia de esa solidez territorial -física, estructural, de hardware- con la flexibilidad que también nos caracteriza. Así, fluimos con otros actores de nuestra industria, inundamos con buenas prácticas a nuestra cadena de valor, salpicamos al tercer sector para coconstruir y cambiamos de forma para sortear obstáculos históricos. Somos el caudal de nuestras redes de pares y tenemos un estado más líquido en nuestros procesos, en la innovación. 

El equilibrio entre la solidez y la flexibilidad del adn pyme es el que le permite, a pesar de la falta de modificaciones profundas en las políticas que necesita el sector,  no romperse con facilidad.

La Diversidad en las pymes

Hoy hablamos mucho de Diversidad, pero la diversidad convive en la pyme desde siempre. Es un intangible que mejora la estrategia, el análisis y la medición del riesgo, forma equipos innovadores, creativos y talentosos, mejora los productos y servicios atrayendo a clientes diversos, mejora la toma de decisiones, construye un ambiente inclusivo que impacta positivamente en el clima organizacional, promueve la productividad, sus resultados y rentabilidad. Las diferencias culturales en las distintas regiones del país y el movimiento migratorio en América Latina que nutre lo social y determinan nuevos intercambios e interacciones interculturales, se trasladan a la pyme.

La variedad en el lenguaje, en las manifestaciones artísticas, en los rituales y las comidas, en los modos de vincularse, en las problemáticas y las formas de resolverlas, se presentan como una gran oportunidad para tomarla como parte del patrimonio del sector. Aún nos falta medir esa diversidad, cuantificarla y generar espacios seguros dentro de nuestras empresas para que pueda ser expresada.

Pero es desde ahí, desde la diversidad que nos conforma, que podemos ponerla en valor y visibilizarla para facilitar la incorporación de otros perfiles diversos, como el de las personas de distintos colectivos vulnerables.

Los colectivos que históricamente tienen dificultades en el acceso a oportunidades laborales, pueden reinsertarse o conseguir el primer empleo en una pyme, que además tiene un rol único como formadora y capacitadora.

El sector pyme, clave en la generación de empleo y riqueza

En la pyme, el tiempo transcurre entre un presente representado por el día a día de la gestión y un futuro incierto, midiendo riesgos y variables no controlables que aparecen y desaparecen en distintos momentos de la historia. Y nuestro stock de proyectos reprimidos, que podrían hacerse realidad en un mediano plazo, esperando que las condiciones acompañen al sector.

Todo esto me lleva a reafirmar cómo las pymes somos actores estratégicos en la producción de riqueza de nuestro país, en la posibilidad de generar nuevos puestos de trabajo genuinos, y también nos ubica como sector clave para articular políticas públicas que busquen resolver las problemáticas sociales a través del empleo.

Fortalecer, profesionalizar, potenciar y hacer sostenibles a nuestras pymes necesita del compromiso de los dos sectores, público y privado. Es una articulación, un vínculo y un compromiso de ambas partes que requiere una visión a largo plazo en pos del crecimiento de nuestro país.

Para esto es necesaria una nueva Ley Pyme, que solucione las problemáticas que atraviesa al sector independientemente de la industria. El financiamiento, la carga impositiva laboral, la presión impositiva en general y la resolución de la problemática de los despidos. Si mejoran las condiciones de las pymes, vamos a sacar nuestro stock de proyectos reprimidos (entre 5 a 7 proyectos por empresario) para generar más riqueza y empleo.

La importancia de estar y participar

Las pymes nos tenemos que involucrar y dedicar tiempo, parte del tiempo que nos consume la gestión. Ocupar espacios en la gremial empresaria, participar en las cámaras, en espacios colegiados, en espacios de apoyo y construcción con pares. 

Nada sobre nosotros sin nosotros dicen otros colectivos, pero aplica para cualquier política pública que se dirija a un colectivo determinado, y necesariamente debería ser construida y elaborada con la participación del colectivo en cuestión.

Somos seres políticos, cada decisión que tomamos nos impacta a nosotros, a nuestra pyme, a los colaboradores, a nuestra cadena de valor, a nuestros clientes, y a la sociedad entera.

Ser líderes responsables en la pyme es conocer a nuestros stakeholders y poder hacernos cargo de nuestras decisiones. De todos los grupos de interés, las pymes tienen una gran diferencia en compromiso con sus colaboradores, conocemos sus historias y necesidades. Es también gestionar emociones, las propias y las ajenas. Es preparar a nuevos líderes responsables, es profesionalizarse, revisarse y permitirse dudar. 

Es participar en espacios de decisión. Es hacer política, por las pymes y por un país mejor.